Álvaro Cepeda Samudio nació en
Barranquilla en 1926. Esta biografía es un recorrido, a ratos demasiado
anecdótico, por la vida de un escritor barranquillero tan importante como
olvidado. Parece ser que a veces la fama es solo cuestión de que se hable de
las personas y no de la profundidad de lo que pudieran decir o haber dicho,
escribir y haber escrito. La vida de Cepeda Samudio fue la encarnación de lo
que hierve en las cabezas de los barranquilleros en cada carnaval: el
desenfreno, el ron, la música y los amigos. Sin embargo, sus columnas no son una
improvisación sino el producto de la vista aguzada del buen periodismo y de la sensibilidad de quien lee y hace
literatura.
Leer este libro ha sido una
experiencia parecida a ver las fotos que antes guardábamos en álbumes. Las
escenas de los eventos que sucedieron hace mucho, que parecen haberse ido de
nuestra memoria, pero que unas pocas letras o imágenes pueden evocar en apenas
instantes. Pasearse por la vida de Álvaro, desde su nacimiento “en la calle
Bolívar, entre las carreras Veinte de Julio y Progreso”, los amigos
entrañables, los empleos y cargos que en los trabajó, la vida pública de la
alta sociedad de la Barranquilla de entonces y su relación con los migrantes
que llegaron desplazados por las sucesivas guerras; todo se conjuga en la
personalidad de aquel Álvaro vital que conocieron las calles de Barranquilla.
Ver a este maravilloso personaje,
en cada esquina que la biógrafa menciona, cada rincón, calle, lugar simbólico,
es también tratar de imaginar una ciudad que parece que ya no nos pertenece.
Este libro, a la par de Cepeda, intenta reconstruir aquella prosperidad del
caribe que fue fugaz pero suficiente para impregnar a generaciones y
generaciones de habitantes de una magia y un estupor ante el mundo que hoy se encuentra
esfumado de la cotidianidad de las personas. Desplazadospor la insensatez, la
idea generalizada de que no hay que preocuparse por el pasado sino únicamente
por el presente y el futuro. Que, por cierto, no están muy claros que digamos.
La vida de Álvaro Cepeda Samudio
refleja la entrañable naturaleza de ser barranquillero, costeño y colombiano.
Su desenvoltura en la época de esplendor del Colegio Americano, la Industria
Cervecera, el periodismo local, debería recordarnos el progreso del pasado para
proyectarlo en la ciudad que nos gustaría tener. Una ciudad que prometía
prosperidad a sus habitantes. Que dejó atrás las casas de barro y bahareque
para entrar en la modernidad. Son situaciones que aún se ven en ciertos
edificios, muy hermosos, de centro de Barranquilla: con columnas tubulares
coronadas de bellos capiteles, la arquitectura de las ventanas y las puertas
bien pensadas respecto a la salida del sol y los días calurosos. Tenemos tanto
por rememorar y reconocer, pero nos cuesta porque el recuerdo se encuentra
hundido en la suciedad y la hediondez de las calles atiborradas de vendedores,
transeúntes y carros.
Álvaro lo entendió siempre. Y
este libro, su biografía, habla desde el propio Cepeda sobre cómo pueden
cambiarse las realidades desde el buen uso de las palabras. Porque nunca un
pueblo que no logre reconocerse tendrá el derecho a
construir un proyecto de
ciudad, y será condenado a las sucesivas pestes del olvido, de las que hoy
apenas, con este tipo de esfuerzos, podemos intentar curarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario